Ashwagandha, una de las plantas medicinales estelares de la medicina ayurvédica
La medicina ayurvédica es una práctica medicinal y de sanación con más de 6.000 años de antigüedad, originaria de la India. En la actualidad, gracias a sus potenciales beneficios, algunas plantas y productos propios de esta sanación holística se han hecho populares en otras latitudes. La Ashwagandha, una de ellas.
La Ashwagandha es una planta medicinal que se ha hecho muy popular en la India desde hace siglos. Sin embargo, también es común encontrarla en todo el continente asiático y en parte de África, pero ha sido en la India y en sus prácticas de sanación ayurvédica, es decir, de sanación profunda y equilibrio de la mente, el cuerpo y el espíritu, donde su uso se ha hecho más extendido.
¿Se puede encontrar fácilmente en la actualidad?
Lo que se utiliza para la medicina tradicional es la raíz y las hojas de la Ashwagandha. Sin embargo, en la actualidad no hace falta buscar la planta o las partes de la misma de forma convencional, sino más bien acudir a tiendas especializadas del sector, de la medicina naturista o alternativa, para dar con productos que contengan Ashwagandha en suficiente cantidad como para aprovechar todas sus propiedades.
Una de las recomendaciones principales puede ser comprar en Anastore productos que tienen a la Ashwagandha como principal ingrediente activo. Productos como la Ashwagandha Ecológica con pimienta negra, que tiene una presentación de cápsulas vegetales, puede ser la mejor forma de comenzar, aparte de tratarse de una presentación bastante económica.
¿Qué beneficios o propiedades tiene la Ashwagandha?
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Adaptógeno: ha sido desde siempre una de las cualidades más buscadas de la Ashwagandha. Es por esa razón que a esta planta se le conoce como el Ginseng indio, ya que aquella planta de origen chino también es un adaptógeno. Esta clase de sustancias naturales ayudan al cuerpo a tolerar, resistir y adaptarse mejor a situaciones que puedan representar grandes crisis de estrés físico, mental o emocional. Por esa razón, actúan sobre la liberación inusual de cortisol, adrenalina o noradrenalina. Para fines prácticos, ayuda a disminuir la inflamación, las sensaciones de ansiedad o insomnio, la fatiga muscular o mental, problemas circulatorios o cuadros de migraña, por ejemplo.
Sin embargo, por actuar directamente sobre la liberación de hormonas, también ayuda a mejorar el estado de ánimo, la energía y la resistencia muscular.
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Inducción de la fase REM del sueño: la utilización de la Ashwagandha para mejorar la calidad del sueño está muy extendida. Y es que la fase REM, o sueño profundo, es donde realmente el cuerpo descansa y repara en cuanto al funcionamiento celular del organismo. Esto, desde luego, ayuda a mejorar enormemente la calidad de vida en el día a día.
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Eleva la energía corporal general: la Ashwagandha tiene propiedades revitalizantes y tónicas, por lo que se indica muchas veces para personas con fatiga, anemia o algún tipo de debilidad que incida directamente en sus sensaciones de energía en la rutina diaria.
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Salud sexual: no se puede dejar de mencionar que la Ashwagandha es bastante conocida también por tener muchas propiedades asociadas a la salud sexual. Se sabe que en las mujeres actúa aliviando los síntomas del síndrome premenstrual y equilibrar las hormonas; pero en los hombres ayuda directamente a la fertilidad, aumento de la libido y calidad del esperma.
Actualmente, la Ashwagandha puede encontrarse en distintas presentaciones, desde polvos para su posterior preparación, cápsulas naturales como las indicadas anteriormente, extractos y tinturas. Cada presentación será ideal para cada caso, por lo que las personas deberán considerar su situación y lo que esperan conseguir, para comprar productos de Ashwagandha que tengan la concentración adecuada.
Si bien muchas plantas medicinales se encuentran muy arraigadas en la medicina tradicional originaria de Asia, hoy día son muy fáciles de conseguir en cualquier parte del mundo. Lo que conviene revisar antes, claro está, es si se puede consumir con seguridad y aceptar que nunca pueden ser un reemplazo de la medicina tradicional, por lo que sólo deberían utilizarse de forma continuada previa autorización de un profesional.