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Article d'opinió de Antonio Richart Gisbert, membre de la junta directiva d'ADIN, Acció Democràtica Independent

Antonio Richart Gisbert

Energías renovables y limpias para nuestra ciudad

Renovable: que vuelve a ser nueva o se crea de nuevo. Limpia: que pasa desapercibida, no se nota, no ensucia.Partiendo del concepto básico que todos …

Renovable: que vuelve a ser nueva o se crea de nuevo. Limpia: que pasa desapercibida, no se nota, no ensucia.

Partiendo del concepto básico que todos hemos estudiado en EGB (perdonen mi edad) la energía ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma. Simple ¿verdad? Para tener energía debemos de invertir en otro tipo de energía (esfuerzo o trabajo) y por su naturaleza transformarla. Esto que es tan simple a nuestros ojos, parece ser que a otros se les presenta como un dilema a algunas fuerzas políticas presentes, cruciales en nuestra administración. El concepto de sacrificio o trabajo les cuesta de asumir cuando se habla de energía. Queremos energías limpias, no obstante para obtenerlas no somos capaces de sacrificar ni un milímetro, un segundo o un Newton de otra energía, en su esfuerzo o trabajo.

Hablemos por ejemplo de la instalación de placas fotovoltaicas y de otras formas de obtención de energía solar (centrémonos en esta, pero perfectamente se puede aplicar a la eólica).  Limpias y eficientes, con un metro cuadrado bien aprovechado podríamos iluminar durante meses toda la ciudad de Nueva York pero dada su inversión y la imposibilidad de almacenar tanta potencia en KW que podemos obtener no se nos permite de momento. Un centímetro cuadrado situado en Mercurio que pudiera enviarnos la energía que contempla… un par de litros del helio solar… evidentemente no estamos al nivel, pero todo llegará. Mientras esto nos llega, me cuesta mucho entender como queremos energías limpias y no somos capaces de esforzarnos en lo que esto implica. 

Esto es lo que pasa a ciertas formas políticas dentro de la administración, si lo vemos a nivel local aún lo entenderemos menos, decidir que no se monta un huerto solar porque se hace en suelo de cultivo, roza nuestra incomprensión y molesta a nuestro sentido común. En nuestro ayuntamiento hay partidos políticos y tendencias que apuestan por una transición y transformación en energías que no producen residuos, limpias y que evitan la emisión de Co2, el residuo sólido, líquido o gaseoso pero cuando se les pide y consultas su instalación se quejan de la cantidad de suelo que utilizan o bien el impacto que pueda ocasionar a la falta de atender lo que significa limpio y renovable. 

De momento, y que yo sepa, no podemos montar un huerto solar en la cara oculta de la luna (a la que también le da el sol), ni torres de viento en el centro del mediterráneo pues no tenemos ni puerto ni mar en nuestra ciudad, ¿cómo sería de largo el cable, por ejemplo?¿Qué quieren que les diga? tal vez en un terreno seco se puedan montar las placas solares y si no disponemos de él, si sacrificamos un poco de suelo fértil tampoco pasa nada. Pues no… prevalece lo intocable. 

Ahora, si se nos ocurre y se monta en otra zona o adyacente a nuestra ciudad una central hidroeléctrica, nos planteamos si los cables pasan por aquí o por allá. Tal vez no entendemos que la energía eléctrica es una de las más limpias y la más eficaz. Tendremos que encuestar a las ardillas o bien montaremos una participación ciudadana vegetal y animal en proceso democrático. Rozamos lo absurdo.  Lo absurdo ecológico. 

La transición ecológica y la transformación energética no puede ser una imposición, debe de ser paulatina y evidentemente con un mínimo impacto. No solo ambiental, sino social. Se deben respetar todos los entornos, incluidos el socio-económico y todos los que intervienen en una sociedad (su cultura, su religión…). Si encima no sabemos o no tenemos claro lo que esto significa o implica, difícilmente la vamos a llevar a cabo. Será la transición ecológica de las lágrimas por nuestra negatividad a invertir en lo que ello supone.  

¿Hasta qué punto somos ecologistas? Y la pregunta más importante: ¿sabemos que significa serlo? Ya les digo yo que un ecologista extremo es imposible de conseguir o de ser… no encontrarán el ecologista perfecto. Este,  siempre encontrará en sus argumentos ideas que se solapen y que sean contradictorias. Para que esto no suceda, hay que informarse primero. Todos tenemos el ejemplo de los coches eléctricos, nos planteamos hasta si hay suficiente litio en el planeta, la durabilidad de las baterías, los puntos de carga, la autonomía de los mismos y un largo etc. Un ecologista extremo no piensa en estas cosas, simplemente compra el producto por el mero hecho de ser ecologista. Un ecologista extremo se siente culpable con cada cosa que hace y no piensa en su entorno, piensa en si sus pantalones son de fibra orgánica y no sintética sin pensar si para que se fabriquen esos pantalones de algodón o de marihuana (mejor que el algodón) se utilizan pesticidas y potenciadores del suelo para una mayor producción (muy contaminantes por cierto). 
Las energías renovables, nuestra implicación con el medio y nuestro sentido ambiental van implícitos en nuestra forma de ser y en nuestra idiosincrasia. De hecho ser alcoyano significa tierra, significa implicación a nuestro entorno, significa “font Roja” y significa sentido común. Esto es muy simple, que no les vendan la moto.