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Ese humillo que tambien contagia

  • En mi caso, y en el de mi grupo por ejemplo, el teatro nos ha salvado. Ese rato en el que creamos un mundo distinto, ajeno. En el que nos volvemos niños, reímos, compartimos, escuchamos, creamos, imaginamos… Ese rato, en  el que nada más existe...

Últimamente, todo el mundo me dice “no sé qué me pasa, no tengo ganas de nada, estoy desmotivado, decaído, desilusionado. A pesar de tener salud, e incluso trabajo, estoy de bajón”. Y sobre todo, me preguntan el porqué.

Sin entrar en orientaciones místicas y espirituales, sabemos que los seres humanos, somos y estamos hechos de energía. Sí, una energía que desprendemos hacia los demás, que la captan y la reciben, y actúan con nosotros acorde a ella. Lo podemos llamar, nuestra atmósfera psicológica. Es esa capa de la que vamos cubiertos, y es lo que sobre todo, los demás ven o captan de nosotros. Hay personas, que aún casi sin hablar, en cuestión de microsegundos nos causan una mala impresión, otros nos agradan, otros, nos transmiten paz. Hay quienes nos resultan agradables o desprenden alegría, y otros sin embargo, derrochan negatividad o a su lado nos vamos apagando. Esa es, sin duda, la atmósfera psicológica de cada uno de nosotros.

Bien, últimamente, ni qué decir tiene, que la atmósfera en general, se ha tornado cuanto menos oscura… Las calles están prácticamente vacías, ya no se desprende la alegría de antes, los niños no corretean ni gritan por las calles, nosotros, seres de ocio como ningún otro, cervecéabamos riendo y bromeando en las terrazas o en los bares. Vivíamos en un halo de invulnerabilidad y seguridad en nosotros mismos que ahora ha desaparecido, pues, la pregunta constante que nos hacemos consciente o inconscientemente es… ¿qué ocurrirá mañana?. Nuestro concepto de salud ha cambiado, y, sobre todo, ciertas palabras nos rodean irremediablemente incrustándose en nuestra corteza cerebral e invadiéndonos los pensamientos (el lenguaje, como veremos en otro artículo es de vital importancia para nuestro estado anímico). Algunas de estas palabras, que encontramos en los medios y en la calle podrían ser: “muerte”, “contagios”, “enfermedad”, “restricciones”, “empeorar”…. 

Todo ello, hace que, a pesar de poner todos nuestros esfuerzos en seguir nuestra vida con la máxima normalidad posible, volcados en nuestro trabajo, tareas, hijos…. Se haya creado una “polución psicológica”. Si, las atmósferas en general se han oscurecido por ese lenguaje, las limitaciones, las malas noticias, los miedos, las incertidumbres… Y, se desprende en las calles, los puestos de trabajo, los medios, las redes, y cualquier recurso social, una especie de “humillo negro”, proveniente de nuestra energía, que, sin querer, nos vamos pasando unos a otros. Por eso, mucha gente me dice, que al salir a la calle, incluso se encuentra peor.

Este intercambio de energía, es inevitable. Esta atmósfera contaminada por la situación, de manera global es inevitable, pero no individualmente. Si cada uno, pone su esfuerzo y su grano por limpiar esta atmósfera y clarearla un poco, sin duda, ello dará sus frutos. No podemos cambiar la situación, y claro está que nos faltan ganas y fuerzas para estímulos que antes nos motivaban, pero, ahora es el momento, más que nunca, de, poner el empuje necesario y crear nuestra propia “burbuja blanca”. Todos tenemos cosas que nos hacen reír, que nos permiten disfrutar, que nos alejan, aunque sea por un momento, de los pensamientos preocupantes. 

En mi caso, y en el de mi grupo por ejemplo, el teatro nos ha salvado. Ese rato en el que creamos un mundo distinto, ajeno. En el que nos volvemos niños, reímos, compartimos, escuchamos, creamos, imaginamos… Ese rato, en  el que nada más existe. Os puedo asegurar, que durante ese rato, e incluso horas después, nuestra atmósfera, se torna de colores, y en nuestra cara, se dibuja una gran sonrisa.

Si logramos, aunque nos cueste un poco, dedicar al menos una hora al día a esa actividad que me hace sonreír (o a buscarla, o probar nuevas actividades), y genero mi burbuja emocional… estaré ese rato y un poco más a salvo del humillo negro. Si todos lo hacemos… Estoy segura de que limpiamos esa polución en gran medida en bien de nuestro bienestar psicológico y el de todos los demás

¿Te apuntas al reciclaje emocional? Realmente se consigue y vale la pena. Lo digo por experiencia, porque lo veo cada día. Yo personalmente, por lo que vivo diariamente y viendo tales beneficios, os animo a hacer teatro, pero, podéis aferraros a cualquier otra actividad que desate vuestra alegría…  ¡A por ello, que con esto, como siempre, también vas a poder!