Article d'opinió de Article d'Ana Tormo, exfestera alcoiana,
Pequeña historia
Mi historia comienza como lo hacen todas las historias. Hace treinta y nueve años llegue a mi familia, y como era muy esperada, todo fue alegría. Al mes de venir al mundo tuvo lugar mi bautizo, pero no un día cualquiera, el día de Sant Jordi en la iglesia de Sant Jordi. Toda mi familia estuvo allí ese día y toda la filà Cordón también, manta sobre manta, un mar de cordoneros inundaba la calle y allí, sin ser consciente de nada, estaba yo. Ana Tormo
Esta no es una gran historia, es una historia como otras pero necesito contarla.
Mi historia comienza como lo hacen todas las historias. Hace treinta y nueve años llegue a mi familia, y como era muy esperada, todo fue alegría. Al mes de venir al mundo tuvo lugar mi bautizo, pero no un día cualquiera, el día de Sant Jordi en la iglesia de Sant Jordi. Toda mi familia estuvo allí ese día y toda la filà Cordón también, manta sobre manta, un mar de cordoneros inundaba la calle y allí, sin ser consciente de nada, estaba yo.
Este fue el principio de todo. Fui creciendo en un ambiente festero. Mi tía era modista y se dedicaba, casi exclusivamente, a coser trajes de fiestas. Yo pasaba allí mucho tiempo, porque ella vivía con mi abuela y a mi me encantaba pasar horas con mi abuela jugando a cartas, escuchando sus cuentos o jugando con sus manos regordetas, pero esto es otra historia que será contada en otro momento. Bien, pues mi tía, Encarnita, cosía trajes de cordoneros, abencerrajes y almogávares y recuerdo jugar entre telas verdes, amarillas y rojas cada día que iba. Recuerdo también el ir y venir de gente cuando se acercaban fiestas y sus caras de satisfacción cuando se miraban en el espejo. Como me gustaba ese momento con todo ya bordado, (porque no lo he dicho pero mi tía, Mari, era la que bordaba los trajes) los correajes colocados, las capas y turbantes terminados.
Cuando se acercaban las fiestas en mi casa estaba el ritual de bajar los trajes del "porchi" mi madre los planchaba y colocaba todos en perfecto orden: seis pantalones, tres fajas, tres chalecos y petos, y el traje de la " xiqueta". Me sentía como una princesa cada vez que me lo ponía y sabía que llegaba la época del año que más me gustaba. Ir a la filà a jugar con mis amigos a pillar, a ringo, a las chapas,...Los mayores cuidaban de los pequeños y estábamos todos juntos no sólo en fiestas porque quedábamos durante el año para hacernos paellas (dos o tres veces al mes), cantar villancicos, ir a la playa....
Llegó el año del alférez , que guay pensé, pero mi sorpresa fue que aquel año mi traje no bajó con el resto de trajes de mi familia. No puedo describir con palabras el dolor que sentí ese año, y el siguiente y el siguiente... Hasta que acepté que ese era mi rol y no podía hacer otra cosa. Así que pasé de la indignación a la resignación y de la resignación a ser defensora, a ultranza, de esta situación. Pasé muchos años asistiendo a actos, aplaudiendo, llorando, discutiendo sobre el papel de la mujer en la fiesta, ... Sin ver más allá tomando como una gran ofensa que quisiesen cambiar las fiestas que yo conocía y quería.
Yo siempre había pensado que me haría mayor y acabaría con un fester como mi padre y mis hermanos, yo tendría un lugar en las fiestas pero no, no fue así. Me enamoré de una persona a la que no le gustaban las fiestas y que no quería participar en ellas ¿Y ahora qué?
Tras muchas discusiones, mi padre me consiguió las firmas para entrar a formar parte de mi filà, pese a que él en un principio era contrario, hizo lo que un padre debe hacer: apoyar a su hija y estar a su lado.
De esto hace ocho años y he vivido con mi padre cosas que no pensaba que iba a vivir.
Hace tres años leí esta misma carta en una asamblea de mi filà porque pedí Cabo de Diana. Mi sorpresa fue cuando me encontré la negativa de la junta y el poco apoyo de la filà. "Els estatuts" estaban en boca de todos negándome así hacer Diana. Rafa, un gran amigo de mi familia, me cedió, ese mismo año, el honor de portar el banderín. Fue algo que no olvidaré.
El año pasado, en la junta en la que se decide quienes son los gloriemos de la filà, dije que quería presentarme (sabía que en la asociación se estaba hablando de ello y faltaba poco para la votación). Sorpresa otra vez, no se había aprobado aún en la ASJ por tanto no podían admitir mi propuesta (a falta de una semana de la decisión en el Casal y siendo festera de pleno derecho). Llega la junta de Rams y vuelvo a pedir escuadra, negativa de nuevo.
Tras la junta de mayo del año pasado decidí dejar de formar parte de la Filà Cordón, decidí apartarme de la fiesta, decidí darme por vencida y dejar de luchar, decidí tirar la toalla e ir contra mis principios.
Haber tomado estas decisiones me causa dolor y tristeza. No puedo, aún, evitar oír una marcha y llorar. Tengo el alma rota por muchas razones pero la principal es la decepción de ver que no se lucha por las causas justas, que nadie defiende a otra persona, se mira hacia otro lado ¿Cómo queremos cambiar el mundo que nos rodea si, cuando tenemos la oportunidad, no hacemos nada?
Ana Tormo